¿Será la siguiente revolución, una en la que no se haga nada? • Red Forbes • Forbes México

Desplazamiento, golpe fuerte, pinchazo, tapas. Las pantallas se controlan de una manera diferente a como se pronuncian estas maniobras con las que nos relacionamos con el mundo de hoy. Es posible que los verbos no tengan traducción, pero ¿realmente simplifican el trabajo en aras de un tiempo de mayor calidad?

Venimos de una época en la que la transmisión del conocimiento se centró en la oralidad y la palabra caligráfica, ahora ese baluarte vive en la visualización en las pantallas y estamos en un grado germinal: las pantallas y dispositivos habitarán los espacios posibles, serán más accesible, flexible y receptivo, todo con el fin de mantener ocupada a la especie.

¿Qué piensas de alguien que dice que no quiere hacer nada? Señalar puede pasar por juicios de valor que van desde depresión clínica, fracaso profesional, insatisfacción con el progreso o incluso pensar en la locura. No hay bandera en estos días que no respete la productividad acelerada. No importa el objetivo, tienes que ir lo más rápido posible.

Basta pensar en el aplauso de un puesta en marcha con metodologias leer Y ágil, qué estás buscando mvp Y betas para acelerar tu hora de comprar y generar todos los ceros posibles. No hay tiempo que perder, porque ni siquiera sabes si te pertenece.

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El tiempo, ese recurso no renovable que a los 13 años busca ser acelerado, a los 21 lento y a los 35 devuelto, no es un bien entendido del todo y por tanto surge confusión en su uso.

Lógica productivista y absorbente

Para los ataques cardíacos hiperactivos, la próxima revolución podría ser no hacer nada. Los flujos históricos muestran que hay ondas contracíclicas en los patrones de comportamiento social, por lo que no sería raro esperar una agotamiento —O el agotamiento por fatiga – generalizada que da paso a un idilio con el noble ejercicio de la relajación.

¿Qué pasaría si comportamientos como la pereza y el aburrimiento fueran exorcizados de las señales acompañantes y practicados conscientemente por un planeta que se diera cuenta de que, con tanta prisa, faltaban varios componentes clave?

Esta dinámica cotidiana, magnetizada a la idea de tener prisa, dar varios pasos adelante, una lógica productivista y pensar que ese es el objetivo vital, pasa factura a un mundo en el que la ansiedad y los problemas emocionales son solo un preludio de pueden detonar. Nunca la idea del equilibrio ha tenido tanta importancia.

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La sensación de no tener tiempo

Hablemos cara a cara de los telegramas que miserablemente enviamos por WhatsApp. Bajemos las pantallas para levantar la cara y notar que no hay más jaula que la autoimpuesta. Los mentores de gestión del tiempo, a eso hemos llegado, enfatizan la importancia de limitar las horas de trabajo, recuperar el arte de la conversación y reclamar tareas y proyectos que no dependen del reloj. Aléjate del teléfono. Aprende a disfrutar (se). Reinicie el sistema operativo.

Nada puede costar más que no hacer nada. En un mundo en el que el valor de una persona se calcula por su productividad, la competencia arrecia con desarrollos de Inteligencia Artificial, robots y procesos de Aprendizaje automático.

En este contexto, Jenny Odell, profesora e investigadora de la Universidad de Stanford, nos invita a no hacer nada. Su respuesta busca distraernos de la economía de la atención y una vida optimizada para el comportamiento en línea que tiene como objetivo convertir el tiempo en actividades y pensamientos repetitivos, instrumentales y comerciales.

Por tanto, cabe preguntarse: ¿cómo es el diseño de las aplicaciones, el objetivo de la pergaminos infinitos en los sitios web, la estrategia de consumo detrás de las redes sociales, los maratones de series en las plataformas de transmisión e incluso el mismo concepto de oficina en casa? Nos enganchamos a lo que queda atrás, a menos que nos detengamos a reparar la motivación y tu objetivo. Ese enganche es el peligro manifiesto y quizás por eso, Jenny Odell hace una propuesta tan revolucionaria.

La omnipresencia y multicanal, así como cualquier novedoso y conveniente desarrollo, traen efectos secundarios. Las imágenes de enfermedades sociales y emocionales derivadas del abuso de todas las pantallas chocan contra la promesa posterior de la tecnología: ¿no íbamos a tener más tiempo libre para tener una mejor calidad de vida y así ser más felices? ¿Dónde se perdió la ecuación?

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¿Cuánto puede costar, conocer el valor de hacer o no hacer?

Tres toques en la pantalla y aparecerá un automóvil que lo llevará a donde necesita ir. Dos toques más para conectarse a una reunión con personas de todos los continentes. Uno, ignorar las suaves advertencias de tiempo que dejas allí.

La competitividad que genera el culto a como promueve este ambiente de neurosis, prisa, desesperación y estrés. Pero eso no es todo porque convierte las relaciones personales en un mero ejercicio de consumo que también acaba siendo inmediato y superfluo. La mejor cara para la foto o la historia con la que contaré a los demás sobre mí, sin tener que estar con ellos.

Reclamar el estatismo en tiempos tan exigentes como los que vivimos parece escandaloso y un acto de provocación contracultural. Quizás, estos podrían ser parte de los ingredientes necesarios, si la búsqueda intenta redefinir el sentido y la dirección de la comunicación y la ruta que compartimos como sociedad.

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Elegir el ocio como el que se declara en huelga ante un modelo que le parece descortés; decir «ya es suficiente» acostado en una playa después de haber presentado huellas dactilares frente a pantallas que solo eliminaron aún más la posibilidad de, en efecto, conectarse; detener el paso en una vorágine, al menos invita a la reflexión.

Por ello, detenerse y holgazanear no tiene sentido a primera ni segunda vista, ya que el modelo opuesto también es absurdo: uno que favorece el desgaste arbitrario, la desconexión emocional, el estrés en aras de la productividad y la generación masiva de seres conectados solitarios. . solo a sus pantallas.

¿Será que es hora de no hacer nada?

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Eduardo Navarrete se especializa en Gestión Editorial, Innovación y Experiencia de Usuario *

Gorjeo: @elnavarrete

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